Guerreros sembrando esperanza en un mundo hostil.

Guerreros sembrando esperanza en un mundo hosatil

Mensaje del Director:

Guerreros sembrando esperanza en un mundo hostil. H. G. Wells según revela el Dr. David Jeremiah fue en su época un consumado optimista y propulsor del pensamiento positivo. Ateo y humanista, pensaba que la ciencia y el intelecto serían suficientes para desarrollar un mundo de paz y felicidad. Su ilusión murió con la primera guerra mundial. Había nacido en Gran Bretaña en plena Revolución Industrial. Vivía inmerso en el momento de la historia que cambió e influenció todos los aspectos de vida social y económica. Wells como la mayoría, asumía como referencia el Modus Vivendi de su época y de allí se proyectaba al futuro. Pero no recordó el pasado. Después del primer homicidio de la historia, donde Caín eliminó a Abel, el mundo no ha conocido la paz. Y donde no reina la paz, tampoco se puede gozar de felicidad. La Biblia expresa que en los últimos días la gente del mundo pedirá con desesperación, paz y seguridad. Pero no la encontrará, sino algo drásticamente diferente.

Guerreros de nuestros días.

Estoy plenamente convencido que si pregunto a cualquier ser humano ¿Eres un guerrero? Se sobresaltaría y no sabría qué responder. Lo irónico, es que todo ser humano lo es, solo que no lo ha asumido ni integrado a su personalidad. Guerreros somos por cuanto luchamos por sobrevivir por nuestra existencia todos los días de nuestra vida. ¿No es eso todo cuanto realizamos para conquistar cosas mejores para nosotros y nuestra familia? Acaso no luchamos por aumentar los ingresos, mejores condiciones de vida y ser libres de las enfermedades. Sobrevivir significa hacerlo por encima de las circunstancias adversas que se oponen a todo crecimiento y tranquilidad. Vivir es una constante guerra por vencer dificultades y salir adelante. Eso es la vida, una continua batalla desde que nacemos hasta el último día. Hacer lo mejor, fracasar o sucumbir. Tres decisiones que condicionan cada existencia. Excelencia, Derrota y estancamiento o abandono y ruina. En alguna de las tres se desarrolla tu propia vida, piénsalo y espabílate, que la cosa es en serio.

¿Guerra 0 paz?

Nuestra vida no debió ser de constante lucha sino de gozo y paz perpetuos. Eso duró solo un instante en el Edén, primero Eva y luego Adán por su propia voluntad lo hicieron imposible. La paz no es algo etéreo, algo que flota en el aire y se desconoce su origen. Es la facultad de armonizarse con el medio en que se vive. Sean condiciones ambientales, formas de vida vegetal animal o humana. No nace espontáneamente en el corazón del ser humano, quien busca primeramente su propia satisfacción. Siempre hemos afirmado, que nadie puede dar lo que no tiene. También es cierto en cuanto a la paz, solo quien la conoce y la tiene es el único que puede darla. Solo Dios puede hacer posible que el hombre encuentre convivir en paz en medio de los conflictos en que vive. No se trata de un pensamiento, sino de una relación personal. Así lo afirmó el Señor Jesucristo. Mi paz les dejo y la doy. ¿Para todos? No, solo para quien, acepte al dador de la Paz de todo su corazón. Esto marca una separación entre lo que el mundo ofrece y lo que Dios quiere dar.

Guerreros, en territorio enemigo.

Nunca olvidaré, lo que una mujer afirmó rotundamente en un programa de TV. “Soy cristiana, pero no voy a la iglesia” Jamás he encontrado una incongruencia mayor. No existe llamarse y ser cristiana o cristiano de entrecasa. ¿Quién te bautizará, donde participarás de la Santa Cena o cómo aprenderás acerca de la salvación? ¡Por favor, despierta! El cristiano se congrega, nunca desprecia el único lugar que Jesucristo fundó para todo aquel que cree en Él. La iglesia no es cemento y ladrillos. Son personas que se separan del mundo y se reúnen en el nombre de Jesucristo, para conocerle y alabarle. Vivimos en el mundo, pero no somos del mundo, en esencia peregrinos que transitamos rumbo a nuestra ciudad prometida. Guerreros y embajadores de Cristo en medio de un mundo hostil, que no nos ama ni respeta. Cuídate tú que te dices cristiano, amar y ser amigo del mundo. Porque eso es lo que haces cuando aceptas, copias participas y te deleitas en conductas que la palabra condena. Escrito está. «Qué comunión tiene la luz con las tinieblas o Cristo con Belial» Ninguna, no permitas que el Dios de este mundo te mantenga en el engaño.

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