Mensaje del Director:
Creer en la Gracia o vivir en ella. ¿Existe una diferencia? Una de las palabras cuyo significado real se confunde es aquella que llamamos «gracia» En esto soy específico, digo llamamos antes que conocemos, por cuanto cada cual le otorga un determinado sentido. Muchas veces recorro las páginas de un diccionario lo confieso, pero no para encontrar un significado literal. Sino para conocer lo que el erudito determina en su leal saber y entender. Luego vuelvo a la palabra del Señor buscando la verdadera definición con la cual intenta enseñarnos algo muy importante. A fin de cuentas todo lo que el Creador expresa es de suma importancia para nosotros. Comprender es esencial para nuestro crecimiento y desenvolvernos en nuestra vida cristiana y relación personal con Dios. Recordemos que para el Señor cada uno de nosotros, es un ser único y diferente de todos los demás. Saberlo nos hace comprender que determinó una tarea específica para cada uno y es indispensable desarrollarla en nuestro tiempo vital.
Creer en la Gracia mucho más que ser gracioso.
Muchas personas tienen una cualidad que los convierte en humoristas. Lo que ellos dicen o hacen divierte a la mayoría provocando risas y muchos lo convierten en fuente de ingreso. Se afirma que la risa es un remedio infalible, aunque no para todas las situaciones. Puede ser gracioso observar el tropezón y caída de una persona, pero no lo es para quien terminó en el suelo. Se dice «es mejor reír que llorar» pero eso depende más de las circunstancias que de la situación en si misma. Nadie se ríe de una pérdida pero suele llorar de alegría tanto como de tristeza. En otras ocasiones no se entiende o gusta lo que se dice o sucede. Entonces es fácil escuchar «no me hace ninguna gracia» dice esa persona, pero para la otra ocurre lo contrario. En otro orden calificamos como gracia a la elegancia y soltura con que alguien se mueve. También en los viejos tiempos se identificaba la gracia como el nombre de pila de una persona ¿Cuál es su gracia? por ejemplo. Mi gracia es Roberto. Tantas acepciones de un vocablo puede llevarnos a confundir y desordenar las ideas.
Creer en la Gracia no se define por la apariencia.
Resulta algo muy común referirse a un ser humano como muy agraciado poco agradable o carente de atractivo. En este caso también existen matices. Puede ser una persona físicamente atractiva pero también sin gracia. O puede ser poco agradable a la vista pero tener otras cualidades que la hacen atractiva o con gracia. Todos estos pensamientos nos hacen ver que debemos reflexionar en que tan cierto es todo cuanto creemos. Porque en las cosas más importantes de nuestra vida como nuestra relación con Dios, debemos estar plenamente conscientes de saberlo. No podemos decir sueltos de cuerpo, yo pienso y hago las cosas a mi modo. NO; las cosas son a la manera de Dios o estamos en terreno cenagoso y en tinieblas. Y no hay otra forma de estar seguros que no sea hablar con Él y es ahí donde muchos fracasan. Cierto, concurren a las reuniones, escuchan al predicador sacan notas oran y ayunan y está bien, pero no es suficiente. Dios dice: Cierra la puerta de tu habitación y hablemos. hay cosas que te quiero decir y también escucharte.
Creer en la Gracia es estar en el lugar indicado.
No existe mejor lugar que estar en la presencia de Dios y en el centro de su voluntad. Pero el verdadero valor existencial se percibe cuando se realiza conscientemente todos los días. ¿Se agradará Dios de ser ignorado la mayor parte del día? Ha estado todo el tiempo cerca de nosotros. Cuidando nuestro sueño, al abrir nuestros ojos y nos reflejamos en el espejo y luego desayunamos o no. Después nos acompaña al momento de salir a la calle rumbo a cumplir nuestras obligaciones o concurrir a la iglesia. Conoce al instante nuestros pensamientos y que sucederá más adelante. El está cerca y en nosotros y no le dedicamos ni un solo pensamiento ni sentimos su presencia. Decimos que lo amamos pero no se lo demostramos. Estamos más conscientes de todo lo que pasa alrededor que del amor conque nos observa. Por eso estamos con la mirada apagada el ánimo decaído y la rutina, vacía cada jornada del gozo de su Espíritu. Almas inconstantes que no viven con la libertad que en el calvario se conquistó.
Creer en la Gracia y disfrutarla, es nuestra oportunidad.
Es triste observar que gran parte del Evangelio que se predica hoy día se ha constituido en una serie de reglas. Entre lo que se debería hacer y no hacer. La oportunidad de tener esperanzas ciertas de buenas noticias, pero sin la libertad de vivirlas. Muchos parecen olvidar que no estamos bajo la ley del antiguo testamento, sino en el pleno período de la gracia. Un nuevo pacto mejor que el anterior obtenido mediante el sacrificio de la sangre derramada. Pablo afirma que por las obras de la ley nadie puede ser salvo, sino por creer con fe. Se martilla la mente de cada seguidor de Cristo con la idea de que si se equivoca, perderá la salvación. Pareciere que Jesús no hizo la obra completa en la cruz, falta algo que agregar de parte nuestra. Pese a que ESTA ESCRITO en Efesios «Por gracia somos salvos por medio de la fe y esto no de nosotros. No por obras, para que nadie se gloríe sino para buenas obras que Dios preparó de antemano. No se debe vivir en desorden y en pecado voluntario. Pero si pecamos y lo haremos, el arrepentimiento sincero lavará la ofensa y libres de culpa continuamos en comunión con Dios.