Mensaje del Director:
Victoria y Fracaso. 2 caras de la vida cristiana. No soy amigo del voluntarismo fácil, los slogan o las frases hechas. Reconozco que siempre hay algo de verdad en ellas, pero no resisten una reflexión más profunda de cada una. Los defensores del positivismo a ultranza siempre ven el vaso medio lleno. El pesimista lo percibe medio vacío. En ambos casos existe un 50 % que revela la necesidad de un estudio más exhaustivo. Siempre hay una puerta que es necesario abrir y ella nos llevará a otra una y otra vez. Una de cosas que la vida me ha enseñado es a no aceptar sin pensar todo lo que se dice. El engaño no solo es fácil sino frecuente, pero la verdad siempre es y será cuestionada. De hecho nuestro Señor Jesucristo, la esencia misma de la verdad fue resistido y rechazado hasta el día de hoy. El triunfo en alguna causa no nos hace inexpulnables sino más vulnerables, porque en las sombras alguien acecha. La vigilancia no debe ser jamás abandonada.
Victoria, del llano a la cumbre.
La gran mayoría a escuchado hazañas de grandes alpinistas que han llegado a la cumbre de grandes montes y montañas. Estos triunfos inflaman el deseo de muchos que, ávidos de conquistar fama y elogios se aventuran en este peligroso deporte. Pero no es una empresa fácil. El Alpinismo no es para cualquiera, se requiere de excelente salud, condición física intelectual y mental. Además de conocimientos ambientales y equipo necesario para la ascención y el descenso. Se recuerda el desastre del Monte Everest en 1996, cuando una tormenta de nieve atrapó muchos escaladores. Varios perdieron su vida, no solo quienes habían conquistado la cima. Algunos cuando ascendían y otros cuando descendían. Así ocurre en otras actividades de la vida. Luego de grandes sacrificios se logra el triunfo, pero luego comienza el peligro mayor. Se saborea la victoria pero se olvida cómo mantenerse y luego cuando se vuelve al llano.
Victoria en la vida Personal.
No siempre el triunfo corona nuestro esfuerzo y buenas intenciones. El fracaso es algo con lo cual debemos aprender a convivir. Todos lo hemos padecido o lo padeceremos en algun momento de nuestra existencia. Esta dolorosa experiencia tocará cualquier área de nuestra vida y el Todopoderoso la permitirá para nuestro crecimiento y templanza. El Apóstol Pedro es un ejemplo. Impulsivo y arrogante, le dijo a Jesús «estoy dispuesto a morir por ti» Pero se olvidó de la respuesta del Señor. «Satanás te ha pedido para zarandearte Pedro» Cuando la zaranda comenzó a trabajar, las lágrimas de Pedro rodaban al suelo como pesadas piedras. Lo mismo ocurrió con el discípulo cuando llegaron los soldados para prender a Jesús. Se olvidó hasta de la ropa y como vino al mundo huyó en el monte hasta perderse en la noche. Si quieres triunfar aprende a levantarte después de una caída sin quejas ni reclamaciones, no te hagas la víctima.
Victoria y heridas en el cuerpo.
Ser cristiano no es para envanecerse, nada hemos hecho para merecer el regalo de la vida eterna. No somos los mejores de la creación, asi que jamás debemos exaltarnos por encima de los demás. Nuestra condición es, siervos de Jesucristo y por amor a Ël siervos de los demás. A la mayoría no le agrada ese lugar. Una palabra dice que debemos ser cabeza y no cola. Yo te digo después de muchos años, si no soportas hacer cola, nunca llegarás a ser cabeza. Porque no todos podemos serlo, de esa forma nunca habría un cuerpo y todo lo que lo completa. En una orquesta sinfónica es tan importante el director como el que golpea los platillos al final de la obra. Aprende a hablar con Dios en la privacidad de tu cuarto, luego ve y escucha la voz del púlpito. Asi podrás darte cuenta de que mucho ruido no es sinónimo de lluvia. Y que los saltos y los gritos no siempre provienen del Espíritu Santo. Sino de la vieja naturaleza, que olvida que todavía es discipulo y no maestro.
Recuerda tu lugar.
El episodio de Elías muestra que cuando escuchó la voz de Dios, cosas maravillosas ocurrieron. Pero cuando escuchó la voz colérica de una mujer huyó hasta esconderse en una cueva. Hasta allí el Señor fue a buscarlo para preguntarle ¿Elías que haces ahí? Olvidó que quién envió fuego del cielo, era el Dios todopoderoso que también podía liberarlo de las garras de Jezabel. Así actúan muchos cristianos frente a las luchas pruebas o el dolor, gimiendo y llorando por los rincones como desamparados. No averguences al Señor por favor ¿a que le tienes temor? Si estuviste arriba y de ahí caíste o te bajaron y hoy estás en el hoyo, recuerda. Poderoso es Dios para sacarte de allí y levantarte de nuevo. No importa lo bajo que puedas estar, él nunca se olvida de ti ni tampo dejó de amarte. Por la gracia de Jesús somos hijos de Dios y guerreros listos para la batalla. Nuestra Fe no es solo una palabra; es un Don y la fuerza que nos anima.