Mensaje del Director:
De espaldas contra el suelo, observando más allá del cielo. La humanidad se ha acostumbrado a reducir las vivencias en frases que pretenden otorgar un sentido a las cosas. «Mas vale perro vivo que león muerto» o «Mejor el final que el principio» En el medio una gran cantidad de refranes cuyo contenido refleja cierta clase de sabiduría popular. La vida suele ser maravillosamente diferente para cada individuo. Así que cada cual aplica a su existencia la que mejor se adecúa a su realidad personal. No deberíamos ser tan categóricos sobre este punto. Por cuanto la sabiduría humana está plagada de baches con errores a cada paso. Para una persona es más fácil y valioso un perro en el jardín que un león en la sala. Para otro puede ser más emocionante comenzar una aventura, que encontrarse al final con un resultado que no deseaba. Cada pensamiento que no pasa por el tamiz de la reflexión puede provocar acciones cuya consecuencia no es la mejor. Bueno es recordar que sobre nosotros prevalece la verdadera y eterna sabiduría de Dios; sin fallas. ¿Porqué no lo consultamos antes de comenzar cualquier cosa? Es una buena pregunta.
De espaldas contra el suelo. ¿Un buen lugar?
Quizás para muchos sea esta una estupenda posición para deleitarse observando una puesta de sol. Cuando algunas cosas están bien en la vida de una persona, cualquier situación es disfrutable, pese a lo incómoda que pueda ser. No lo es seguramente para todo aquel que no cuenta con un techo sobre su cabeza y un buen lecho. Tal vez cada noche lo encuentre en un lugar diferente soportando las inclemencias del tiempo. Con poco o nada para llevarse a la boca. Otro haya sufrido un accidente y no pueda levantsrse por si mismo y tampoco encontrar quien lo ayude. Cada uno de nosotros hemos observado muchas de estas situaciones y cuál ha sido nuestra reacción frente a ellas. ¿Nos identificamos con alguna? Envidiando la alegría de alguien. Actuando con indiferencia frente a la necesidad del semejante o como el Samaritano de la Biblia. También en estas circunstancias se hace necesario buscar primero la guía del Altísimo. Lo que realicemos puede o no estar en la voluntad del Señor, no lo sabemos con certeza. La alegría puede ser ficticia, la indigencia una prueba o el accidente la consecuencia de no prestar la debida atención.
De espaldas contra el suelo. Ocasión para mostrar lo que hay dentro.
Varias veces me he preguntado ¿por qué las personas adoptan ciertas formas de actuar ante determinadas situaciones? Es común ver personas reclinadas cómodamente en un sillón ante la consulta del Psicólogo. Otras están o se ponen de pie para escuchar algo importante. Muchos creyentes opinan que el lugar más alto es cuando doblan sus rodillas. No opino ni hago sugerencias, por cuanto cada cual tiene su propia opinión y decisión en cuanto a esto. Tampoco nadie tiene el derecho de interferir en la libertad de cada cuál, aunque en ocasiones se hace. Cualquiera sea la postura de nuestra humanidad, ella muestra lo que somos y llevamos dentro. Eso si es lo verdaderamente importante. Si la persona no se halla a gusto es muy difícil que se abra y se muestre tal cual es. Ponerse de pie frente a cualquier circunstancia y no prestar atención es una falta de respeto. Doblar las rodillas y no ser auténtico es una gravísima falla de carácter. Sea esta para establecer un compromiso con alguien. Pedir perdón por una falta o error. Muy especialmente en la presencia e intimidad con Dios. Nadie puede presentarse ante Él fingiendo sinceridad..
De espaldas contra el suelo. ¿Permanecer o Levantarse?
Creo que el Señor me permitió recordar en esta situación de espaldas contra el suelo, una gran enseñanza olvidada. Porque es la única posición que nos permite mirar siempre, donde está la solución y jamás darle la espada a Dios. ¿No fue eso lo que Jesús nos dijo? «Buscad las cosas de arriba» Hacia allí debe apuntar la brújula de nuestra vida porque siempre habrán caídas, errores y equivocaciones. Pero hay un ancla en las alturas a la cual aferrarnos, el mejor mediador y un Padre misericordioso pronto para perdonarnos. El Señor nos concederá grandes victorias en el camino de la fe. Pero no podemos descansar y regocijarnos todo el tiempo en ellas. Porque nunca seremos más vulnerables que luego de esas conquistas. Recordemos a Elías luego de vencer a 450 profetas de Baal y que el Señor hiciese descender fuego del cielo. Después de esa tremenda hazaña de fe, huyó despavorido de una mujer que quería matarlo. No seamos jrreverentes y olvidemos que el milagro obtenido no fue por algún mérito nuestro. Sino el poder majestuoso de nuestro Señor y Salvador. A Él toda la gloria. Tú mira hacia arriba, el cielo cada día está más cercano.