Mensaje del director:
¿Doctor, cuanto tiempo me queda? Creo que esta pregunta le duele tanto al médico cómo al que la formula. El término de una vida nos coloca en un horizonte desconocido, pero real y cruel. Todos pasaremos por ese momento crucial y límite en nuestra existencia. Tampoco nadie sabe exactamente, cuándo llegará ese momento, lo único que podemos y deberíamos hacer es; prepararnos. Ahora bien reconozcamos que nadie está preparado al 100% para vivir sin equivocaciones, todos cometemos errores en la vida. ¿Entonces cómo prepararnos para el momento en que nada puede cambiarse al entrar en una dimensión desconocida? Existen en el mundo varios intentos «científicos» que intentan explicar por qué una persona es cómo es. En la hipnósis, la regresión hace retrodecer a la personas a momentos tempranos de su existencia para explicar su presente. El punto flaco de tal terapia es que el pasado no se puede borrar y el «ahora» es su consecuencia. Lo que se debe cambiar es su presente y la forma de hacer las cosas en el tiempo disponible.
Doctor, por favor díganos qué pasó.
Marcelo tenía solo 6 meses de edad. Era el primer vástago de mi hermana mayor y yo, su orgulloso padrino. La familia estaba plena de alegría. El niño cuando nos veía demostraba su alegría moviendo sus piernitas como si fueran un molinillo. Un día comenzó a llorar y no sabíamos qué hacer. Por consiguiente acudimos a la emergencia de la mutualista de mi hermana. Un médico llegó y recomendó unas gotas cuyo nombre no recuerdo, pero no calmaron el llanto del niño. Al contrario la situación empeoró y hubo que volver a llamar a urgencia de la mutualista. Un joven médico lo ascultó y nos dijo, hay que internarlo con urgencia. Tiene una hernia y creo que está a punto de estrangularse, hay que operarlo. La mutualista nos exigió y de esto hace más de 40 años, la suma de 1oo.ooo pesos por cuanto el niño no tenía aun «derechos». La operación se llevó a cabo en un hospital público porque no contábamos con esa suma. Después de varias operaciones Marcelo no volvió a abrir sus ojitos. Nunca supe el nombre del médico que lo operó. Quizás habríamos llorado juntos, pero nunca te presentaste.
Doctor ¿cuál es su especialidad?
Si nos atenemos al diccionario de la real academia española, doctor reune a muchas actividades diferentes. Si te interesa el tema busca el significado que el mundo da a la función de Doctor. No es simplemete aquel que receta medicamentos, tampoco el que observa tus ojos o las dolencias de tu cuerpo. Ni el que defiende tus causas judiciales por tus transgreciones u obstenta un título universitario. Doctor es alguien capacitado según su especialidad para resolver varios problemas que la gente padece. Cómo todo en la vida, los hay excelentes buenos y del montón. La Internet ha hecho aparecer en cada pantalla alguien que en apariencia parece saber de lo que habla. Algo bastante peligroso cuando se refiere a recetas culinarias o remedios para diversas dolencias o tratamientos fitosanitarios. Si bien existe un riesgo en el uso de esta información, deberíamos siempre consultar antes al profesional adecuado. Aun así el profesional mejor preparado podría equivocarse. El único infalible es Jesús, nos conoce más que nuestra propia madre. Todo lo sabe y el poder para resolver cualquier situación. Pocos lo consultan antes de tomar decisiones.
Colinas y valles.
He recorrido en 32 años de mi vida después de aceptar a Jesucristo miles de kms. Imnumerables madrugadas mañanas tardes y noches de horas de predicación y de radio llevando un mensaje de esperanza. No llevo la cuenta de cuántas ¿para qué? Lo verdaderamente importante es haberlo realizado y aun continuar haciéndolo; de Jesús nadie se jubila. Es una tarea de tiempo completo de nuestra vida aunque el ministerio cambie en la forma de realizarlo. La recompensa si la hay solo Jesús la dará a su tiempo. Nunca se debería trabajar por una recompensa. Sino por la íntima satisfacción de hacer lo que hemos prometido, se reciba recompensa o no. Es bueno recordar que Jesús jamás nos obligó a seguirlo, esa fue nuestra decisión y compromiso. He visto la angustia miedo y dolor en los ojos que siente una persona cuando presiente su fin. Nunca le diría aunque lo supiera, el tiempo que le queda. Si le aconsejaría; aprovecha con excelencia el tiempo que tienes porque solo Dios conoce el momento de tu partida. Los años de Iglesia aportan muchos conocimients. Son de incalculable valor siempre y cuando se utilicen prácticamente.
Sabiduría al alcance de todos.
El profesor en el aula, el ponente en una conferencia o el pastor en el púlpito proveen abundante información. No es suficiente prestar atención o tomar notas. Si luego en casa no se vuelve a examinar lo que se vió o escuchó, se perdió lamentablemente el tiempo. La gente naturalmente olvida pronto mucho de aquello que escuchó o vió. Recuerda que el tiempo no es solamente horas o minutos, es parte de tu vida que se va. Haz que cuente porque no se repetirá. Una noche prediqué en La Paloma una localidad del departamento de Durazno en Uruguay. A las once de la noche los niños y sus padres estaban presentes. El frío calaba los huesos, los dedos se veían en los agujeros de las zapatillas. Pero los ojos y los oídos estaban atentos y esas mismas personas volvieron a la reunión de las 9 de la mañana. Tenían hambre por las cosas de Dios. Hoy tenemos grandes locales, calefaccción y equipos de audio pero ¿el corazón está dispuesto a escucharlo? No deberíamos ir al templo solo para escuchar cómo resolver nuestros problemas. Sino lo más importante, rendir culto al Señor y usar el don de cada uno para ministrarlo a los demás.