Mensaje del Director:
Aprende de tus errores y no te apoyes en tus éxitos. El Apóstol Pedro como cada uno de nosotros cometió muchos errores en su camino. Pero es inegable que amaba a Jesús. No porque yo lo supongo sino que lo confesó tres veces a Jesús en respuesta a sus preguntas. ¿Pedro me amas? Delante de Jesús no tenía más opción que la verdad. Por lo tanto así respondió. Señor tú sabes que te amo. Al fin y al cabo eso es lo que cuenta y determina el cambio. Todos tenemos nuestro propio repositorio de equivocaciones personales en nuestro pasado. Como todos si pudiéramos haríamos las cosas de diferente forma. Pero nadie puede cambiar su pasado. Lo mínimo arrepentirse de lo que se hizo y no caer en lo mismo. Buscar y recibir perdón del Señor y si es posible hacer restitución y aprender de nuestras propias equivocaciones. De lo contrario una y otra vez volveremos a caer en los mismos desastrosos errores anteriores. Se argumenta con razón, que el ser humano es el único que comete varias veces los mismos errores.
Aprende a levantarte después de una caída.
Lucilda (nombre ficticio) era una excelente enfermera antes de sufrir un episodio desgraciado. No contenta con el salario de la mutualista en la cual se desempeñaba, cuidaba enfermos en forma particular. Al comienzo todo se desarrollaba normalmente, cumplía con sus dos obligaciones sin dificultad. Pero con el transcurso de los días el cansancio comenzó a hacer mella en su organismo. Lo que nunca se permítía empezó a ocurrir. Faltaba a sus guardias en la mutualista y algunos días no atendía a su enfermo particular. Solía quedarse en su casa descansando. Como se le reconocía que era una buena persona además de eficiente enfermera solo recibíó una monestación de la mutualista. Además la familia del enfermo comprendió su situación. Pero un día un medicamento mal administrado casi acaba con la vida de un paciente. Eso la destruyó profesionalmente, renunció a su trabajo y no atendió más a ningún enfermo. Solo con la ayuda de una entrañable amiga cristiana que la llevó a su Iglesia y asistencia psicológica está recuperándose.
Aprende a no envanecerte de tu éxito.
Everaldo (nombre imaginario) era un excelente obrero en la Fábrica. Apreciado por su empleador tanto como por sus compañeros. Había comenzado desde abajo y escalado posiciones rápidamente a fuerza de ingenio, destreza y escuchar el consejo de sus compañeros. Pero un día el enemigo le sopló al oído que era muy inteligente y capaz, no necesitaba consejos de nadie. Lamentablemente cayó en la trampa. Se envaneció y comenzó a criticar y burlarse de los errores de alguno de sus compañeros. Estos comenzaron a evitarlo y nadie le brindaba ya ideas o mostarle sus equivocaciones. Esto llegó incluso a conocimiento de su patrón. Una tarde desgraciada estaba ocupandose más en pensar en si mismo que en su trabajo. Entonces dejó una rueda dentada de un montacargas sin la tuerca que la sujetaba al eje. La misma se soltó y cayó sobre la humanidad de un compañero que perdió su mano derecha. Everaldo perdió su trabajo, se dió a la bebida y su esposa lo abendonó. Hoy es asiduo concurrente de Alcohólicos Anónimos procurando su rehabilitación.
Reconoce que no eres infalible.
El Dr. David Jeremiah comenta el caso de un empleado que cometió un grave error. Tanto que le costó a su compañía nada menos que un millón de dólares. Por la cantidad asumo que no se trataba de una pequeña compañía. El Gerente le llamó a su oficina, así que más que cabizbajo y asustado fue hasta allí. Su superior, le dijo: «No te voy a despedir, porque acabo de invertir un millón de dólares en ti. El secreto de ganar un millón de dólares en lugar de perder un millón de dólares es tomar buenas decisiones. Y el secreto de tomar buenas decisiones es aprender de las malas decisiones. Ahora ¡vuelve a tu trabajo! Eso pudo destruír completamente la carrera del funcionario y quedar cesante, pero aprendió una excelente lección. La sabiduría del Gerente transformó la situación en un capital para el futuro del empleado y la compañía. Todo fracaso aceptado con entereza no es más que la antesala del triunfo venidero, en la vida espiritual y material.
Aprende a escuchar.
Nadie está solo en el fracaso o en el éxito. Tú no eres más que el talento que el Señor ha puesto en ti y el valor agregado de los demás. Si caíste en error arrepiéntete pide perdón escucha y aprende. Eso es asi porque no has tomado en cuenta las advertencias de lo alto y las que están a tu altura. Piensas que tal vez lo sabes todo y no necesitas de nadie y quizás eres el más necesitado. Nunca has tomado en cuenta el talento de los demás. En cuanto al éxito ¿Crees que es obra de tus manos y tu inteligencia solamente? Qué equivocado o equivocada estás. Lo has logrado por los talentos que el creador colocó en ti. Y en gran parte por lo que han sumado quienes te rodean. Los consejos y principios de Abuelos Padres y Hermanos. Los de tus Maestros y Profesores en Secundaria y Universidad, tus amigos y compañeros de tareas. El Pastor que te predicó y los llamados de atención de tus superiores. Ellos y muchos más colaboraron y te jalaron hasta la cima del éxito. ¡No te olvides! Porque si un día caes de allí, son los que te darán una mano para levantarte de nuevo. Eso hizo el Señor Jesucristo con Pedro, Juán, Tomás Nicodemo y todos nosotros. Él permanece siempre fiel, nos perdona y puede cambiar nuestros errores en bendiciones. Aprende; eso es ser un buen discípulo.
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